Una historia rica y maravillosa…como las matemáticas

“Uy”, como recuerdo a mi pueblito, muy limpio, hermoso, de tipo colonial y calles empedradas, como muchos pueblos de la provincia mexicana; alejado algunos 7 kilómetros del rancho, pero como no había carros, mucho menos camiones, al inicio teníamos que caminar todos los días, ida y vuelta. Tiempo después, creo que al empezar la preparatoria, cierta persona del rancho, como le decíamos a El Rodeo, de privilegiada situación económica para la época, compró un pick up, el cual lo utilizaba para llevar y traer estudiantes a la escuela…cobraba un peso.

Cada vez que me acuerdo me da risa; tenía yo un vicio tremendo con la revista “Kalimán el hombre increíble” y había en esa época un pequeño abarrote que rentaba las historietas, todavía cierro los ojos y las veo colgadas en una cuerda(Kalimán “el hombre increíble” y su inseparable amigo, Solín, Lágrimas y Risas, Memín Pinguín, etc.) , tenía que agacharme para acercarme al mostrador, pagaba 50 centavos, la tomaba y la leía , luego la regresaba a su lugar… pero adivinen que… tenía que ir caminando a mi casa… ya no me alcanzaba para pagarle al señor de la camioneta, más eso no importaba, llegaba a mi casa feliz contando el episodio de la semana, de mi revista favorita.
Cabe mencionar, que nunca tuvimos energía eléctrica, vaya, ni siquiera agua potable, hasta mucho tiempo después de terminar la preparatoria. Que ingenio, recuerdo que acondicionábamos cajones de madera en los costados de un burro y ahí poníamos los botes de agua con la que regábamos las plantas que mi “ma” tenía, incluso también la usábamos para beber.

Que gracioso, recuerdo que para hacer las tareas en la noche, fabricábamos lámparas con botes que llenábamos de petróleo y le acondicionábamos una mecha de trapo sucio, les decían “cachimbas”. Lo más sorprendente era que mucho después cuando iba de vacaciones no podía ver con esa luz, ya me había acostumbrado a la energía eléctrica.

Vivía cerca de mi casa una señora, le decíamos María vendía galletas y refrescos de esos de botella grande que desaparecieron un buen tiempo, ahora circulan de nuevo…Ya no recuerdo que más ofrecía a su clientela. De chamacos le comprábamos galletas de animalitos, muy populares antes; su sistema de medida eran puños ( un puño era lo que alcanzaba a tomar con una mano) , dos por veinte centavos, esas monedas rojas de cobre muy codiciadas por todos los niños en ese tiempo. Ja ja ja, que coraje nos daba el hecho de no verla lavarse las manos, sentía un asco ! , que terminaba tirando las galletas. En otra ocasión les contaré algunas cosas chuscas de esta controvertida señora.

Qué tiempos aquellos!!. Sin preocupaciones, puras travesuras nos la llevábamos… ahh, pero que palizas nos daban nuestros papás cuando según ellos nos portábamos mal, así nos educaban, en su inmenso cariño e ignorancia querían lo mejor para nosotros y no se les ocurría otra forma.

Al final de cuentas éramos felices jugando con nuestros carritos de cajita de sardina, haciendo carreteras por los paredones y haciendo pelear a las hormigas. Qué tiempos aquellos amigos, hoy es otro mundo, tal vez mejor, no lo sé… hay mucha controversia en eso.